Los poetas, sabios y niños, conocen los dones que los cuentos populares otorgan a los humanos para que estos no pierdan el enlace con el maravilloso mundo al que tuvieron acceso en un tiempo remoto, y que aún siguen añorando. Dimensión mágica a la que se refirió Alexander Solzhenitsin en su discurso de agradecimiento por el Premio Nóbel de Literatura, que se le concedió en 1970: «Hay cosas que nos llevan más allá del mundo de las palabras; es como el espejito (diría también Alicia mirándose en el espejo inventado por Lewis Carrol) de los cuentos de hadas: se mira uno en él y lo que ve no es uno mismo. Por un instante vislumbramos lo inaccesible, por lo que clama el alma».
Fragmento del artículo “El poder de la fantasía y la literatura infantil”, de Víctor Montoya.
Muy lindo post.. Creo que cuando se pierde la capacidad de imaginación y dejamos de aferrarnos a esa magia en la que creímos alguna vez, ese día empezamos a envejecer…