El cielo se puso gris de a poquito. Cada vez más oscuro, cada vez más lleno de nubes esponjosas, algodonosas, gordas y grises. La gente tuvo que encender las luces de adentro de las casas y los chicos pegaron las narices en los cristales de las ventanas para ver la lluvia que muy pronto comenzaría a caer. Las mamás cerraron las puertas y ventanas justo cuando el viento empezaba a levantar hojitas y tierra de las calles formando remolinos en las esquinas. Salieron los paraguas de los rincones, los pilotos de los armarios y las botas de goma de los placards.
Un relámpago iluminó de pronto el cielo y los chicos cerraron los ojos como si les hubieran sacado una foto. Después vino el trueno que hizo retumbar todo: cristales, puertas, ventanas y narices también.
Desde el cielo, como con paracaídas empezaron a bajar dos gotitas jóvenes y transparentes. Una de ellas le dijo a la otra:
– ¡Cómo me gustaría caer en un río! Entonces me convertiría en agua de su cauce, agua de río, y sería el hogar de los peces y las ranas, y los chicos en el verano me buscarían para bañarse y jugar conmigo, ¡sería tan divertido!
La otra dijo:
– Yo quisiera caer en la tierra y ser absorbida por la raíz de un rosal y transformarme en una rosa. Un señora me llevaría a su casa, me pondría en un florero y me convertiría en el centro de mesa más bello. Todas las visitas le dirían : «¡Que flor más hermosa!»
La primera entonces dijo:
– Si no, podríamos caer en una montaña y mezclarnos con el agua de las vertientes y calmar la sed de los alpinistas que suben con tanto esfuerzo hasta la cima.
– ¿O por qué no en una piscina? – volvió a sugerir la segunda – Entonces jugaríamos todo el tiempo con los chicos que practican natación.
Tan entretenidas estaban soñando dónde caerían que no vieron que los chicos habían salido a la puerta esperando la lluvia. Y cayeron en las narices de los niños, resbalando hasta la punta y haciéndoles cosquillas. Los chicos se rieron a carcajadas, y las gotas también.
Karina Echevarrïa
¡Muy lindo! 😀
precioso ❤