Las onomatopeyas son intentos de reproducir verbalmente los sonidos. Aunque tenderíamos a creer que son por eso universales, ya que los sonidos lo son, en realidad presentan variantes según el idioma dentro del que surgen. Por ejemplo, para los hispanoparlantes un beso suele traducirse como CHUIK, mientras que los angloparlantes prefieren SMACK.
La hegemonía de los comics estadounidenses generalizó el uso de verbos ingleses tan expresivos como ring, crack, slam, knock, y tantos otros.
Para trabajar con chicos, las onomatopeyas ofrecen la posibilidad de agudizar el oído y trabajar con el aspecto fonológico del lenguaje. Es interesante que descubran las onomatopeyas convencionales y que inventen nuevas para sonidos originales.
Les propongo dos actividades para trabajar con ellas:
Actividad 1:
Observen las siguientes onomatopeyas extraídas de diferentes historietas y piensen de dónde provienen esos sonidos, qué los provoca y en qué situación.
La contextualización de las mismas puede realizarse oralmente, a modo de charla o discusión, o por escrito en una narración o en una historieta que las albergue a todas.
Actividad 2:
Grabar un CD con sonidos (campanas, timbres, pasos, ladridos, bips, golpes, cristales, etc.) y pedir a los niños que oigan cada uno de estos sonidos e intenten describirlos con una onomatopeya.